Con el pasar de los días los síntomas aumentaron, fui perdiendo mi cabello, experimenté alopecia nerviosa debido al alto grado de estrés. Además, mi apetito era una montaña rusa, porque habían días que me daba ansiedad por comer, y no precisamente alimentos saludables sino harinas refinadas, embutidos y mucho azúcar. Cada vez necesitaba más y más dulce.

La energía se me fue agotando, ya no me sentía capaz de trabajar, salir y mucho menos socializar, por eso me fui alejando de amigos y familiares.

Los ataques de pánico aparecieron muy intensos por lo que dejé de conducir y de hacer muchas actividades pues todo me daba pavor. Cuando menos pensé ya lo que conocía como mi vida había desaparecido y me desconocía por completo.

Durante este tiempo visité muchos especialistas de la salud, quienes después de hacerme chequeos médicos, concluían que todo estaba bien con mi salud física y la opción que me daban era formularme medicamentos psiquiátricos.

En el fondo de mi corazón yo sentía que no era la solución adecuada para mi, pues en mis momentos racionales pensaba que esta crisis había venido a enseñarme algo importante, y sentía que al tomarme la medicina psiquiátrica iba a dormir mis malestares emocionales más no iba a poder encontrar la raíz de todo lo que me estaba pasando.

Retomando la historia… Un día soñé con esta frase “tu hogar es donde tus pensamientos encuentran la paz” y al despertarme, esta frase me resonaba muchísimo, no se me salía de la cabeza.

Así que empecé a cuestionarme ¿Cómo mis pensamientos pueden encontrar paz? Devoré libros, cursos, asistí a muchísimas conferencias y también a diferentes terapias con coaches holísticos.

Y en este proceso encontré 3 enseñanzas que cambiaron mi vida y hoy te las comparto con mucho amor:

● No podía seguir buscando afuera las respuestas que tenía dentro de mí. Creía que “el otro” o que “afuera” era mi sanación, pero a través del despertar de mi conciencia, del silencio, de la meditación y la oración empecé a aceptar, entender y procesar mi crisis. Claro está, no dejé de lado muchas herramientas que me estaban ayudando, pero reconocer que yo misma tenía un poder sanador fue muy revelador.

● Aprendí la técnica: ¡del Aquí y el Ahora!, empecé a estar presente realizando cualquier actividad, esto me redujo la ansiedad notablemente, ya que es una conexión a tierra muy efectiva, y cuando digo que la empecé a aplicar en todo, es en todo, por ejemplo, respirando, caminando, estudiando, leyendo, cocinando, etc.

● Conocí el beneficio de las plantas a través de los remedios florales, ya que uno de mis coaches me sugirió consumir Esencias Florales y esto me cambió la vida. En ese momento yo no sabía de qué me estaba hablando, así que salí a investigar sobre ellas, las consumí por mucho tiempo y tras ver el efecto positivo que generaban en mí, decidí estudiar para convertirme en Terapeuta Floral y poder formular mis propias Esencias Florales, y en ese momento las plantas cambiaron mi vida porque se me convirtió en un propósito poder ayudar a muchas personas con mi conocimiento y experiencia tras todo lo que estaba viviendo.

Con estos 3 aprendizajes que para mí valen oro, continué estudiando y me gradué de Terapia Floral. Me enamoré tanto de las plantas y lo natural que me convertí en experta en herbolaria y actualmente me especializo en Naturopatía con el fin de crear bienestar y ser un apoyo para todas las personas que están dispuestas a sanar emocionalmente de adentro hacia afuera.

Y gracias a esta etapa que en su momento me causó tanto dolor y ahora infinito aprendizaje, hoy Exploradora Del Alma es una comunidad que fomenta el bienestar a través de la conciencia, las plantas, lo natural y me honra que tu hagas parte de esta Familia.